viernes, 24 de octubre de 2014

En la antigüedad en un pueblo de la actual Israel, se solía sacrificar un chivo (joven macho de la cabra) en rituales religiosos con motivo de purificar las culpas por medio del sacrificio. La expresión proviene del latín expiatorius y significa literalmente antes de venerar.1
La expresión se menciona en La Biblia (Levítico 16:8, 10, 26), en un ritual del antiguo pueblo de Israel para el cual mediante el azar se elegían dos chivos como ofrenda para Yahveh. Un chivo era sacrificado por el sacerdote durante el rito; el otro era cargado con todas las culpas del pueblo judío y lanzado al desierto.2 Este último era conocido como chivo expiatorio. En la actualidad se utiliza la expresión para denominar a aquél que ha pagado las culpas de otra persona o grupo, librando a estos de represalias.

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